Dejar de correr

A veces me quedo en el camino, a la orilla a simplemente disfrutar de las cosas para no olvidar mi camino, es mejor parar q perderse en un mundo extraño y hostil del q solo sabemos q no se sale bien de ahí.

Sueño con poder mantener por siempre la inocencia del principio, la claridad mental y sentimental, sueño siempre con quedarme niña aunque en mi cuerpo lleve las condiciones de una mujer, una que nunca sabe como reaccionar y se encierra en una maratón que deje sus pies muertos, el cuerpo cansado para no pensar.

Así me pase la vida, corriendo cuando algo malo pasaba, cuando la decepción se apoderaba de mi, cuando algo salía mal o cuando estaba bajo un cambio.

La primera vez que deje de correr pude ver las cosas maravillosas que ocurren cuando uno se deja llevar, cuando uno deja que pasen las cosas sin pensar en nada, dejar de correr tal vez fue la mejor decisión que pude tomar en mi vida, afrontar de buena vez lo que pasa sin miedo a nada.

Dejar de correr fue lo primero antes de estar aquí, luego siguió el dejarse querer, dejarse encantar por un mundo nuevo sin pensar que mañana se acabaría, dejar que todos vieran la naturalidad, dejar que alguien tome mi mano sin sentir culpa ni remordimiento alguno, dejarse caer sin red ni pensar en lo doloroso de la caída, dejar de pensar en el final como opción de huida.

Me siento valiente de ya no correr, de soportar rasguñotes de árboles que pasan, me siento feliz de sentir olores y emocionarme, de poder decir te quiero sin la dura pared enfrente, de tener donde esconderme cuando no quiero que el mundo me vea, de tener la mayor suerte imaginada, de que alguien me deje ser yo en el rodeado plasticismo del mundo, poder descansar de las imitaciones y limitaciones q nos ponen a diario al lado de alguien.

Todas las noches puedo sentir que a pesar de lo bueno o malo del día se puede dormir pensando que alguien, aunque lejos también piensa en mi, y de alguna manera hace que mis días sean campos de lavanda, cada vez que pienso en él siento un calido escalofrió que recorre hasta mi ultimo recuerdo y lo hace suyo y es como si siempre hubiera estado, como si mis libros estuviesen abierto para que el pueda leerlos.

Cuando las noches son tibias pienso en si en verdad merezco esto, merezco ser una olvidada corredora q cambio sus pies cansados por una vida llena de sonrisas y cosas buenas, pienso en donde quedaron esos días vacíos y solitarios porque no quisiera jamás volver a esos, pienso en la eterna paciencia que deben tener en mi, a veces siento q soy un gatito recogido de la calle, a esos q hay q enseñarles a tener confianza de q nada malo les pasara.

Como decía, dejar de correr fue lo mejor q pude hacer.

Andrea Orellana
Mi nombre es Andrea Orellana, vivo y transmito es Santiago de Chile (hasta el momento).
Santiago, Chile